jueves, 11 de noviembre de 2010

Sucedió en Catamarca

Hay fieras que atacan sin piedad. Suelen ser terribles e intimidantes. Pero hay una, especialmente despiadada, que debes enfrentar y dejar que te devore.

noviembre 2010





PRIMERA PARTE
LA FIERA

Yo sabía que me iba a suceder. Empecé a percibir a la fiera la primera vez que hablamos con Willy sobre nuestro regreso, ahí mismo, en la jornada anterior. Y fui sintiendo como la fiera ingresaba. Silenciosa, sutil, incipiente. Porque no permití que se instalara a sus anchas. La deje ahí, a un costado, ignorada y distante. Pero ella ya estaba allí, agazapada y lista para mostrarse cuando fuese el momento oportuno. No me molestaba ni me interrumpía. Pero a medida que pasaban las horas me hacía saber de su existencia, con pequeños recordatorios de su futuro emerger.

Y sucedió… Tal como lo predije.

La despedida fue corta. Los abracé uno a uno. Quería estrujarlos, pero no fui tan elocuente. Es que el nudo empezaba a ahogarme de a poco. Hasta que vi a Cris y a Zuly fundirse en un abrazo. Y sus ojos empezaron a sudar. En ese mismo instante supe que la bestia vendría a mi encuentro.

No me escondí por vergüenza. Me escondí porque dolía en una forma que hacía mucho no sentía. Y desde mi refugio, miré a Maxi, que ya mostraba los signos de ser atacado también. Su rostro así lo afirmaba. Y miré a Susy, que seguramente ya había sucumbido al sufrimiento de sus amigas. Y luego mire a Fió. Esos ojos, tremendos, otrora verdes como esmeraldas, ahora sudorosos y enrojecidos. Y ahí no pude más. Mis ojos también empezaron a transpirar.

Abandoné mi refugio un momento para que no me sintieran indiferente. Para que supieran que a mí también me estaba atacando. Pero me escondí rápidamente, porque dolía demasiado. Oleadas de desazón me embargaban. Hacía mucho tiempo que mi corazón no sentía ese esfuerzo. Pero esta vez sucedió. Sucedió en Catamarca. Cuando una parte del corazón se desgarra para quedarse en otro lugar. La Fiera.



La ruta está vacía. Conduzco la camioneta donde vamos los tres, Willy, Zuly y yo, en completo silencio. La tristeza se siente. Mis lentes, fiel refugio polarizado, continúan en su lugar. Y las lágrimas también. El nudo no se va. Ya nos alejamos bastante, y todo sigue casi igual, porque el corazón, cuando se parte un poquito, es una fiera difícil de domar. Zuly me pregunta que opino de la experiencia, pero no puedo emitir sonido. El nudo me ahoga. Le hice una seña para que espere. Todavía no puedo hablar.

Ya pasaron seis horas y la ruta sigue tranquila. El cielo negro se agolpa contra los vidrios, encerrándonos en nuestros recuerdos. Ahora Zuly es quien maneja. Willy va de copiloto, cebando unos mates, y yo atrás, con la fiera aun en mi cuerpo, provocando de vez en cuando corrientes de pesadumbre. Y necesito hacer catarsis.

Todo tuvo un comienzo. Este dolor no surgió de la nada. Fue sembrado desde el primer día con una gran bienvenida, con aceptación. Fue regado con inmenso cariño, y abonado con desbordante compañía. La vida tiene puntos de inflexión. Circunstancias trascendentes que nos marcan. Éste fue uno en mi vida. Ahora puedo dar fe que el amor a primera vista existe, si no, cómo es posible que la fiera acudiera. Pero lo hizo.


SEGUNDA PARTE
LA SOSPECHA

El primer indicio fueron las lentejas. Cris insistía en hacernos un guiso. Le dije: -No Cris... ¡Hace calor! -Pero ella insistía sin cesar.

Cris es cocinera profesional. Rubia, tez morena estatura y contextura mediana. Está todo el tiempo hablando de cocina casera saludable, y a toda costa te quiere hacer comer verduras al vapor, hechas por ella claro, decoradas con salsas gurmet, también hechas por ella, claro. Y no solamente habla, sino que efectivamente  está la mayoría del tiempo en la cocina. Y dado que ese es su mundo, ante su insistencia, le dije: -Está bien, Cris... ¡Hacenos las lentejas! -A lo que ella acotó: -Y mañana les hago canelones, y lasagna también, por si a alguno no le gusta lo otro.

Además de cocinera, Cris es la anfitriona. Es mamá de cuatro hijos: Emm, Maxi, Fió y la bebé, Hachi. En ese orden.

Nos sentamos en la mesa, mientras se hacia el guiso, y empezaron a surgir bonitas situaciones. La mesa rodeada de rostros sonrientes, llenos de disfrute. Los ojos achinados por las risas, por la sorpresa, y por la comunión. Zuly, Cris y Susy, las amigas que dieron cimiento a esta experiencia, iniciaron su ronda de chismes, y las risas estallaban por doquier. Y jugaban con la hija mas chiquita, que es una Gran Danés, mas mimada que la princesa de Holanda.

Alguien propuso comprar cervezas. Yo no por supuesto, porque no me agrada el alcohol. Después me enteré que fue Susy. No es por criticarla, pero le da al alcohol un poquito de más, para mi gusto. Y suele ponerse algo alocada, como subirse a bailar en la mesa, y cosas así. Y entre risas, cervezas, agua y cariño, las horas fueron transcurriendo.

No nos conocíamos, y sin embargo ya nos reclamábamos cosas con esa forma sana y cariñosa que tienen aquellos que se aprecian. Y ese fue el segundo indicio.

Me di cuenta que a los chicos nos unían muchas cosas. Los chicos somos: mi mejor amigo Willy, los hijos de Cris, y yo por supuesto, el más serio y también el más flaquito y lindo. Ejem… Hubo un detalle que me llamó la atención. A los chicos, a todos, nos gustaba el agua, simple y pura. Éramos todos abstemios. Y ese fue el tercer indicio.

-¡Aguhhh puchhi bru bru lu lu! -se escuchaba constantemente, ya que era habitual ver a alguna de las mujeres jugar con la bebé mimada, la Gran Danés. Y nosotros seguíamos con el agua, contándonos anécdotas y conociéndonos, mientras esperábamos al hijo mayor de Cris. A esta altura, Susy ya se había abierto el segundo tinto, y bailaba árabe en el balcón junto a Zuly que le daba al pucho que descocía.

Todo este maravilloso clima estaba teñido de un elemento común. Absoluto y completo interés por el otro y por saber de la vida del otro. Ese fue el cuarto indicio...

Ya con el primogénito en casa planeamos el siguiente paso. Primero iríamos un ratito a la iglesia, a rezar en agradecimiento por el viaje, y después saldríamos a pasear por la ciudad, caminando por cierto, porque nada mejor que hacer ejercicio en las vacaciones. Conocimos el dique, que casi se rompía por la cantidad de agua acumulada.

Por la noche, con los chicos nos juntamos en un bar a tomar agua por supuesto. Allí conocimos a Mary, la esposa de Emm, hermosa fotógrafa quien también disfrutaba del agua. Y nos divertimos en extremo. Fundamentalmente porque a todos nos encantaba el sarcasmo y la ironía que fluía incansablemente como sucede en las reuniones de amigos añejos. Y pensar que hacía solo unas pocas horas que nos vimos por primera vez. Ahí fue cuando empecé a sospechar que algo sucedería en Catamarca.

TERCERA PARTE
CATAMARCA

Como corresponde, nos acostamos temprano. Una vez más, un nuevo indicio. A todos nos gustaba dormir pronto, para madrugar habiendo descansado apropiadamente. ¿Es posible tener tantas cosas en común? El día siguiente seria memorable. Un cabrito asado, en medio del campo Catamarqueño, bien autóctono y bien casero, como suele pregonar Cris.

Catamarca es un lugar hermoso. Lleno de vida durante todo el día, siempre acompañados por una suave brisa. El mediodía parece ser el momento más bullicioso. Es que la temperatura catamarqueña se asemeja a un confortable ambiente climatizado, que solo invita al paseo y a encontrarse con la gente. Tanto en la ciudad como en el campo, las cabezas desfilan con algarabía. Sobre todo al mediodía.

El día de campo transcurrió con las mismas constantes. Agua, alegría y compañía. Entre Susy con sus borracheras y Zuly con los puchos, nunca faltaron las risas. El motivo, el cumpleaños de Cris. La torta, casera por supuesto. Mientras tanto, todos le insistíamos a Mary que sacara algunas fotos, pero ella, evidentemente cansada de estar todo el día con la cámara, se mostraba reticente.

Emm, el hijo mayor, curtido por el sol, es la cabeza del campo. Le dicen El Ingeniero, pero no porque lo sea, sino porque se las “ingenia” para borrarse cada vez que puede a tomar sol bajo el sauce. Por eso está curtido por el sol. Es bonachón y se viste como Fidel Castro. Después de almorzar, fue nuestro guía cuando hicimos el tour por los sembradíos, en la agradable temperatura del mediodía catamarqueño. Y se notó su pasión por los olivos.

Y con el clásico mate de la tarde, abrigados por la misma suave brisa que acariciaba nuestros rostros, el día concluyo nuevamente lleno de sonrisas y de afecto.

Ya de nuevo en la ciudad, como no podíamos despegarnos, terminamos en un bar degustando rica agua, y con la idea de acostarnos temprano para la siguiente aventura. Una visita a El Rodeo.

(No les puedo contar lo que fue la experiencia en El Rodeo porque no fui. Veníamos tomando tanta agua, habíamos comido tan sano, y habíamos descansado tanto, que no pude arrancar ese día. Pero vi las fotos, y sé que la pasaron genial).

La última noche fue surrealista. Por tanta agua y tanto descanso, algunos soldaditos cayeron. Así que solo  quedamos Willy, Fió, la de los ojos tremendos, y yo. Para variar esta vez, compramos aguas pero con gas, somos unos locos, y nos subimos a un mirador del cerro a contemplar la ciudad bellamente iluminada. Entre trago y trago, nos dedicamos a construir un castillo con nuestras verdades, nuestras historias y nuestras creencias. En la oscuridad de la noche, la suave brisa, la luz de la ciudad dibujando contornos en nuestros rotros, y esos ojos, tremendos, brillando como esmeraldas. Imposible no cautivarse.



EPÍLOGO
Estoy listo. Cuando me toque, estaré preparado. No te tengo miedo. Me han forjado una coraza de puro afecto y pura emoción.

Ven Fiera. Devórame.

...



Nota del Autor: Este relato fue recién escrito. Casi no tiene re lecturas, ni revisión de ritmo, gramática u ortografía. Por favor, espero que comprendan que durante un tiempo el relato podrá cambiar, y pido disculpas a los verdaderos escritores y lectores. Como ya he dicho, prometo aprender y mejorar. Muchas gracias.


Buenos Aires, Argentina



4 comentarios:

  1. Excelente!!!!!! Me sentí tan bien descripta, tan identificada que quiero hacer un taller de cocina internacional!!!!más, estoy viendo la forma de enviarte semanalmente comida frizada por avión, pero no engancho horarios de vuelo que me permitan hacerlo!!!!Diego, realmente sos un tipo genial, recien puedo volver a hablar o comentar que persiste en nosotros la esencia porteña, el afecto transparente, la risa compartida ante las mismas situaciones, en fin, te envío mis felicitaciones y seguí creando con palabras, y cuando quieras vení a estos lares para inspirarte, nosotros siempre listos para compartir. Gracias!!!!!

    ResponderEliminar
  2. Bien!!!!! Cuanto hace que no te veia escribir así!!! Me encantó lo que escribiste, y que estés dispuesto a disfrutar las cosas que se te brindan en la vida es lo que más me alegra. Congratulations...y algo que empezó con un guiso de lentejas de casualidad,justo a vos, no puede terminar mal!

    ResponderEliminar
  3. Me gustó mucho. Veo un nuevo perfil en vos, aunque no me sorprende que también te destaques en él. Aguardo con ansia lo que vendrá. Te quiero mucho. (tu hermano).

    ResponderEliminar
  4. Muy buen texto. Tiene estilo literario, me gusto el manejo de la ironia, por ejemplo, pero no quiero parecer una profesora de literatura, asi que te cuento que tu cuento me encanto. Ademas me hizo acordar a mi familia del interior, que son tan calidos como tus anfitriones catamarquenios. Dale para adelante a tu vena literaria!!!!!

    ResponderEliminar